Los datos etológicos más importantes y más inmediatamente perceptibles en el hombre son:
a) El hombre se mueve, se desplaza en el espacio para conseguir algo: comer, tomar un libro, ir al trabajo, descansar, etc. Como vida animal, aunque lo sea de un modo específica e irreductiblemente propio, la vida humana es quisitiva, y así lo hace ver la simple inspección de la conducta de un hombre.
b) El hombre actual habla, se comunica consigo mismo y con los demás hombres mediante un lenguaje articulado.
c) Hablando, el hombre pregunta y responde. Pregunta: es capaz de expresar con palabras la carencia de algo que desearía poseer. Los educadores de chimpancés -el matrimonio Gardner, Premack, tantos más- han conseguido que sus pupilos aprendiesen a comunicarse con ellos mediante docenas de signos gestuales o procedentes de objetos visualmente distintos entre sí. Nunca, sin embargo, han logrado que pregunten; lo más que pueden hacer es expresar malestar o inquietud, en modo alguno comunicar que no tienen o no son algo que desearían tener o ser. La conducta humana, en cambio, revela de manera inmediata que el animal humano es a la vez deficiente e indigente. El simple hecho de preguntar claramente lo demuestra. Y el de obtener respuesta que, aunque de modo ocasional y parcial, le es posible salir de su indigencia.
d) A la vez que emite y percibe signos, en lo cual coincide con los animales no humanos, el hombre crea símbolos, y así lo advierte quien atentamente observa su conducta. Animal symbolicum le llamó el filósofo Casirer. Lo que hace humano al hombre, ha afirmado, por su parte, el neurofisiólogo Pribam, es su capacidad para convertir los signos en símbolos y los símbolos en signos.
e) El hombre elige, y también puede observarse directamente en su conducta. Ante una comida de su gusto, el animal hambriento se lanza hacia ella; ante un plato para él apetitoso, un hombre hambriento, movido por su razón entre varias posibles -ayuno religioso, ayuno dietético, deseo de mostrar que es dueño de sí- puede abstenerse de hacerlo. Comparada con el animal -escribió Scheller-, el hombre es el ser que sabe decir "no", el asceta de la vida.
f) El hombre crea. No sólo símbolos, también artefactos y novedades intelectuales, artísticas o éticas. El ruiseñor cantará siempre como el primer ruiseñor y como el que Shakespeare hizo oír a Romeo y Julieta. En cambio, por obra de minúsculas o geniales innovaciones, los hombres de la Edad Media no cantaron como los de la Grecia antigua, ni los de hoy cantan como los medievales; y lo que se dice del cantar dígase del hablar, del jugar, del viajar, del vestir, de todas las actividades humanas susceptibles de observación directa.
g) El hombre, a veces, se ensimisma, se aísla del mundo exterior y se queda solo con su intimidad, solo consigo mismo. Lúcidamente lo hizo ver Ortega, frente a la visible alteración del animal sólo interrumpida por el descanso o el sueño. El ensimismamiento, nota esencial de la conducta humana, es directamente perceptible en ella.
h) El hombre es capaz de vivir en el seno de cualquier medio que no le destruya, y hacer que con él vivan las especies animales que le ayudan o le acompañan. Por ser como son, las especies animales tienen su hábitat propio; como dicen los zoólogos, su biotipo. El hombre, en cambio, puede vivir en el trópico y en las regiones polares, en la selva amazónica y en el desierto sahariano, en la ribera del mar y en la antiplanicie andina, y comienza a hacerlo en el espacio interastral y en la superficie de otros astros. El hombre, en suma, es animal panecologicum.
i) El hombre ríe. Como desde la antigüedad se viene afirmando, la risa es actividad exclusiva del género humano.
j) El hombre, acertando o no, vive en la realidad. El animal vive encerrado en un medio de estímulos diversamente configurados; no puede pasar de ahí.
P. Laín Entralgo, ¿Qué es el hombre? Evolución y sentido de la vida (adaptado)