El establecimiento de los musulmanes en la península ibérica fue una consecuencia de la expansión del islam. En el año 711 aprovecharon las luchas internas de los visigodos por la sucesión de su monarquía para entrar en la península.
Un ejército de bereberes (musulmanes del norte de África) al mando del jefe musulmán Tarik derrotó a los visigodos en una batalla que tuvo lugar en las cercanías del río Guadalete.
Los musulmanes se asentaron en la península, en la que permanecieron durante ocho siglos (del VIII al XV), instauraron la capital en la ciudad de Córdoba y llamaron Al-Andalus a los territorios que dominaron.
El reino visigodo de Toledo desapareció y, con él, la cultura hispanorromana. Algunos cristianos se refugiaron en el norte de la península, pero la mayoría permaneció con los nuevos pobladores.
2. La economía de Al-Andalus
El mercado o zoco constituía el centro de la actividad económica y se nutría de productos del campo y de las importaciones que llegaban a través de las rutas comerciales que confluían en las ciudades. Además, el mercado se abastecía de artículos elaborados por los artesanos que comercializaban sus propios productos.
Asimismo, era frecuente que cada grupo artesanal ocupara un barrio, donde fabricaba y vendía sus artículos en núcleos comerciales secundarios.
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Al-Andalus se incorporó al sistema económico del mundo islámico, caracterizado por un gran desarrollo comercial y artesanal concentrado en las ciudades, distanciándose, así, de la España cristiana, cuya economía era básicamente rural. Las principales actividades económicas eran las siguientes:
- La artesanía: Destacaron los tejidos, en Córdoba, Jaén y Málaga, así como la orfebrería, en Córdoba y Granada. También cabe mencionar el trabajo del vidrio, la cerámica, el papel, las armas, la marroquinería y el cordobán (pieles curtidas), entre otros.
- El comercio: Se vio muy favorecido por la situación geográfica privilegiada de Al-Andalus, que constituía un lugar de paso de las más importantes rutas comerciales. Al-Andalus importaba esclavos y artículos de lujo, como especias y oro, y exportaba tejidos, aceite, cuero, cerámica, armas y otros artículos. También experimentó un gran desarrollo el comercio interior, que tenía su centro en los zocos o mercados de las ciudades.
- La agricultura y la ganadería. Estas actividades tuvieron una gran importancia económica, si bien fuera de las ciudades. En la agricultura se intensificaron las técnicas de regadío y se introdujeron nuevos cultivos. La ganadería de Al-Andalus se basaba en la cría de ovejas, así como de mulas y asnos como animales de tiro o de carga y de caballos para la guerra.
En la sociedad de Al-Andalus, el grupo social más importante estaba formado por los árabes o baladíes, originarios de Arabia, y que, aunque minoría, eran los grandes propietarios.
El resto de la sociedad estaba compuesto por los no árabes, entre los que se encontraban grupos muy diversos diferenciados por rasgos económicos y religiosos:
- En las ciudades se instalaron los mozárabes, cristianos sometidos que conservaban su religión y ejercías diversos oficios, y los judíos, que se dedicaban generalmente al comercio, la artesanía y las finanzas.
- En el campo habitaban los bereberes, que vivían del pastoreo, y los muladíes, cristianos convertidos al islam, que eran, sobre todo, campesinos.
Las ciudades de Al-Andalus
La mayoría de la población se concentraba en las ciudades, como Córdoba, que fue la capital del califato y llegó a tener más de 100.000 habitantes. Otras ciudades importantes fueron Sevilla, Málaga, Granada, Toledo y Almería.
Todas ellas sorprendieron a los viajeros y cronistas de la época por su prosperidad y su gran actividad comercial.
4. La cultura
A través de Al-Andalus, importante foco cultural del mundo islámico, la cristiandad recuperó una gran parte de la cultura clásica. Las bibliotecas alcanzaron una enorme importancia, y la ciencia tuvo un notable desarrollo, sobre todo en matemáticas, astronomía, botánica y medicina.
En filosofía destacaron Maimónides y Averroes, ambos nacidos en Córdoba y muy influidos por Aristóteles, y en poesía, el también cordobés Ibn Hazm con su obra El collar de la paloma, escrita en árabe, lengua que se impuso tanto en Al-Andalus como en el resto de los territorios islámicos.
5. El arte
La arquitectura experimentó un gran desarrollo en Al-Andalus, mayor que la escultura y la pintura. También se realizaron con gran maestría obras artísticas de vidrio, cerámica, cuero y metales. Sobresalió, además, el arte musulmán en el campo de la caligrafía y la ilustración de manuscritos, entre otros.
Los musulmanes construyeron hermosos palacios en los que destacan sus jardines, surcados por corrientes de agua.
Los materiales empleados eran el ladrillo y el yeso; para disimular la pobreza de estos materiales, los interiores se recubrían con azulejos, mármol y madera y se decoraban con motivos arabescos (dibujos vegetales, geométricos y caligráficos). Utilizaban sobre todo el arco de herradura y el de herradura apuntado, colocados sobre esbeltas columnas.
Pero el principial edificio era la mezquita, en la que se distinguen los siguientes elementos:
- El patio descubierto, que es el recinto de entrada y dispone de una fuente para hacer las abluciones (acción de purificarse con agua).
- El alminar o minarete, torre situada en el patio desde la que el muecín llama al pueblo a la oración.
- La sala de oración o haram, sostenida por columnas y orientada en dirección a La Meca.
- El mihrab, pequeña capilla desde donde se dirigen los rezos.
Arco de acceso al mihrab de la Mezquita de Córdoba |
6. Etapas de la arquitectura árabe en Al-Andalus
6.1. El esplendor de la Córdoba califal
En esta etapa destaca la mezquita de Córdoba, obra suprema de la arquitectura hispanomusulmana. Los distintos califes cordobeses fueron ampliando el recinto de la mezquita para dar cabida a una población cada vez más numerosa. También se hicieron construir lujosas residencias, entre las que destaca la ciudad-palacio de Medina Azahara, al oeste de Córdoba.
6.2. El período de los reinos de taifas
El estilo de esta época imita al de la anterior. Sobresale el palacio de la Aljafería, en Zaragoza. En esta obra se utilizaron una gran variedad de arcos diferentes y materiales pobres, aunque la recargada decoración de los interiores consigue crear un efecto de aparente riqueza.
6.3. Los períodos almorávide y almohade
Los edificios más representativos son la mezquita de Sevilla, de la que se conserva el alminar, conocido como La Giralda, y el patio porticado (patio de los Naranjos), y las murallas de las ciudades de Badajoz, Cáceres, Córdoba y Sevilla, además de la Torre del Oro y el alcázar de Sevilla.
6.4. El período nazarí
Sus construcciones se caracterizan por estar rodeadas de zonas ajardinadas y por sus fuentes y canales, así como por sus interiores, recubiertos con materiales muy diversos y decorados con gran variedad de motivos, todos ellos arabescos. Asimismo, es característico el empleo de la columna de fuste cilíndrico, fina y esbelta, y de cubiertas de madera y arcos decorados con motivos geométricos. De este período destaca el palacio de La Alhambra y los jardines del Generalife, ambos en Granada.
Patio de los Leones, en La Alhambra, Granada |