1. Orígenes y significado de la educación nueva
En las primeras décadas del siglo XX irrumpió en forma de corriente y tendencias diversas la llamada Escuela Nueva, oponiéndose a la vieja, combatida y ridiculizada escuela de palmeta y disciplina rígida de la educación tradicional. El desarrollo de las investigaciones científicas trajo como consecuencia un mayor conocimiento del educando que renovó las técnicas y métodos pedagógicos. El florecimiento de la psicología evolutiva, el progreso de las ciencias biológicas, los aportes de la psicopatología, de la psiquiatría, del psicoanálisis y de la psicología de las diferencias individuales, el desarrollo de la sociología de la educación y los estudios de los antropólogos culturales, posibilitaron en amplia medida el movimiento renovador de la educación nueva.
En esta fase de entusiasmo, se dio gran desarrollo a los sistemas públicos de educación en muchos países, y en la mayoría de ellos, se introdujeron en la enseñanza pública principios y prácticas de una educación renovada, con un interés creciente por las aportaciones de la biología y la psicología, como instrumentos para la mejora de los programas de enseñanza.
Este movimiento proclamó la educación activa basada en los intereses espontáneos del niño, colocando éste en la posición de eje central de todo el proceso educativo.
2. La llamada Escuela Nueva
Todas estas concepciones de la nueva educación desembocaron en una nueva didáctica y en una nueva escuela. Surgieron así denominaciones como escuela nueva, escuela activa, escuela renovada, escuela progresiva, escuela funcional, etc., que caracterizaron movimientos más o menos semejantes. La educación nueva y la escuela nueva que de ella surge, no representaron un movimiento único, continuo, ni una doctrina totalizada o un sistema cerrado y definitivo que nos permita una exposición simple de sus principios. No obstante, aunque con ligeras variantes en lo que se refiere a sus fundamentaciones doctrinarias y a las metas propuestas, de la escuela nueva brotan ciertos principios y postulados básicos, tales como las ideas de actividad, libertad, vitalidad, individualidad y colectividad.
3. Los métodos y sistemas nuevos
No es tarea fácil clasificar los llamados métodos y sistemas nuevos que inauguraron el siglo XX. Su número es tan variado que a lo largo de todo el siglo surgieron más métodos que en la totalidad de la historia anterior de la pedagogía. Sólo nos limitaremos aquí a mencionar los que lograron mayor difusión.
Ante todo hemos de citar, por su gran notoriedad, el de Montessori y el de Decroly. El primero actúa con educandos anormales, con una atención más educativa que asistencial o médica. Por su parte, el método Decroly se difundió extraordinariamente gracias al descubrimiento de los centros de interés, en los que se concentraron todas las actividades y enseñanzas de la escuela, tomando como base las exigencias o necesidades del niño.
En Estados Unidos, país en el que la renovación escolar halló campo fértil, varios sistemas adquirieron rápida notoriedad: el Plan Dalton, el Sistema de Winnetka, el método de proyectos, el sistema de unidades didácticas de Morrison y el sistema de unidades de trabajo. Hemos de citar también aquí, por ser quizás el más caracterizado entre los sistemas de enseñanza por grupos o equipos, el método Cousinet, creado por el pedagogo francés Roger Cousinet.
4. Crisis de la llamada Escuela Nueva
Hoy la llamada "Escuela Nueva" está en crisis. Sus frutos fueron positivos: sus fundamentos seguirán siendo valiosos, pero nuevas estructuraciones se exigen hoy imperiosamente, que satisfagan las exigencias cuantitativas y cualitativas de una sociedad de masas. El ideal de la individualización en la educación, llevado a la práctica por algunos de los métodos y sistemas de la escuela nueva, se torna hoy quimérico, con sus técnicas, frente a la masificación educativa y el estallido de las estructuras escolares.
La pedagogía, como ciencia, no puede cristalizarse. Supone siempre progreso y evolución. El mundo sociocultural del hombre se transforma día a día con ritmo vertiginoso. La pedagogía ha de seguir muy de cerca esa marcha y ayudar a la humanidad en su incansable lucha por su propia perfección. No ha de olvidar nunca esa su trascendental función. Todo lo demás es problema de esclarecimiento de medios, que la pedagogía, diversificada hoy en los numerosos sectores que constituyen las llamadas "ciencias de la educación", deberá solucionar.