1. La Iberia húmeda
Se extiende por el norte de Portugal, el noroeste de la Península, costa cantábrica, Pirineos y algunas montañas interiores. Se caracteriza por no tener ningún mes seco (menos de 30mm); por un elevado número de días con precipitaciones (150-175); por índices elevados (más de 800 mm); y por la distribución regular de las precipitaciones (Gijón en verano recibe el 17% de las precipitaciones; Sevilla sólo el 2,5%).
Se explica el régimen y el elevado índice por la dinámica atmosférica y por la disposición del relieve: el Frente Polar afecta a este dominio incluso en verano; las cordilleras, por otra parte, son pantallas de condensación. Al sur existen estaciones, con uno o dos meses secos, semihúmedas.
2. La Iberia de veranos secos
En ella podemos distinguir tres subconjuntos:
a) Dominio de precipitaciones equinocciales separadas por dos mínimos. Comprende las dos Castillas, el sector central del Sistema Ibérico y el Valle del Ebro. En este dominio las precipitaciones se reciben en otoño y sobre todo en primavera. El verano (tres meses) y el invierno (dos meses) constituyen dos mínimos pronunciados. El número de días de precipitaciones oscila de 60 a 100. Y el total de precipitaciones entre 300 y 500 mm.
Estas condiciones se explican por la dinámica atmosférica y el relieve: el mínimo de verano está determinado por la influencia del anticiclón de las Azores; el de invierno por la persistencia anticiclonal; el otoño y la primavera están libres para el paso del Frente Polar. Estas situaciones explican el escaso número de días de precipitación. La ausencia de pantallas condensadoras en las amplias llanuras explica los bajos índices.
b) El dominio de lluvias de otoño. Comprende la costa mediterránea, desde Gerona a Murcia, incluyendo Baleares. Presenta un régimen de dos máximos equinocciales, muy destacado el otoño, y los mínimos de verano e invierno, como el conjunto anterior. En el otoño se reciben abundantes precipitaciones (45% del total anual en Valencia, 42% en Murcia, 38% en Tarragona) y de gran intensidad horaria (en Valencia 630 mm en un día, en 1957; en Esparraguera, en Cataluña, 285 mm en un día), de tal manera que pueden llegar a recibir el 29% de las precipitaciones anuales en un sólo día de otoño o casi la mitad en un sólo mes. Se explican tan irregulares y abundantes precipitaciones por la influencia del Frente Polar, pero sobre todo por la del Frente Mediterráneo y activas gotas frías, en los mismos meses. Por lo demás, el número de días de precipitaciones es de 60 a 75 y las precipitaciones globales oscilan entre 400 y 500 mm.
c) El dominio de precipitaciones de otoño-invierno. Se extiende por Extremadura, sur de Portugal y Andalucía. Presenta un mínimo estival muy acusado de 4 ó 5 meses secos. El número de días de precipitación oscila entre 80 y 120, y el índice global, de 450 a 650 mm. La prolongada sequía estival se explica por la persistencia del anticiclón de las Azores; y las precipitaciones de invierno por el paso de las borrascas suratlánticas del Frente Polar, el Frente Sahariano y las gotas frías de penetración suroeste.
Aridez en el sureste español Se refleja en la ausencia de manto vegetal. |
Corresponde al sureste de la Península, desde el golfo de Almería hasta el cabo de Palos, pudiendo también incluir, aunque no tan claramente, a Murcia y Alicante. Es un dominio original en Europa, caracterizado por su acentuada aridez. A lo largo del año tan sólo llueve unos 40 días; las precipitaciones, concentradas en pocas horas, son muy irregulares. Por ello 9 ó 10 meses son secos (Almería, Cartagena) y tan sólo se reciben lluvias en otoño y alguna en invierno. El volumen global de precipitaciones es escaso, inferior a los 350 mm e incluso a los 250 mm. Es un dominio subárido.
La dinámica atmosférica explica una parte de esta aridez: en primavera y otoño el Frente Polar circula algo más al norte; las gotas frías del otoño le afectan en el área de subsidencia. Pero la responsabilidad mayor se encuentra en el relieve: la Penibética actúa de pantalla de sombra frente a las borrascas suratlánticas de otoño y de invierno, dejando al sureste libre de precipitaciones. La explotación agrícola ha tenido que adaptarse.
En definitiva, dos dominios claramente definidos, la Iberia húmeda y la seca. En la segunda la irregularidad de índices entre unos años y otros, la irregularidad en la distribución anual, la fuerte intensidad horaria de los aguaceros y la acusada aridez estival, son aspectos que la convierten en península mediterránea. La diferencia con Europa Occidental no consiste tanto en los índices (Barcelona con 594 mm es tan lluviosa como París o Londres) sino en la distribución anual. En gran parte de la Península no coinciden elevadas temperaturas y precipitaciones. Aplicando distintos métodos para calcular la aridez, la Península se presenta como semiárida en un 60-75%.