1. Los orígenes
El feudalismo tiene su origen en las siguientes circunstancias:
- La vida se había organizado alrededor de las grandes propiedades rurales, donde se producían los alimentos necesarios para el consumo de sus habitantes y en las que campesinos sin tierra y ciudadanos empobrecidos buscaban refugio y protección. Surgió así, una economía de autoabastecimiento que provocó la práctica desaparición del comercio.
- Las comunicaciones se habían debilitado y se produjo una situación de aislamiento.
- Durante los siglos IX y X tuvo lugar una nueva oleada de invasiones (normandos, húngaros y musulmanes) que crearon un estado de inseguridad en la sociedad rural de la época.
- Europa occidental estaba en manos de reyes guerreros surgidos de la desmembración del Imperio carolingio. Eran monarcas débiles que tenían que recurrir a hombres armados para luchar contra los nuevos pueblos invasores. Les pagaban con rentas o tierras, con lo que sus propiedades disminuyeron.
El feudalismo estaba basado en relaciones de dependencia personales, por las que un individuo se ponía bajo la protección de otro más poderoso. De este modo, todos estaban unidos por vínculos de vasallaje, que constituín un pacto de fidelidad y de compromiso mutuo. Las relaciones podían establecerse:
- Entre los señores y el rey: Los señores prestaban ayuda al rey en la guerra y obtenían como pago tierras. Éstas, que recibían el nombre de feudos, incluían tanto las tierras propiamente dichas como las personas que habitaban en ellas. Así, los señores se convertían en vasallos del rey. Para ayudarle en la guerra y defender sus propios feudos, los señores se servían, a su vez, de caballeros armados, que, por la misma relación de vasallaje, se convertían en vasallos del señor. El número de caballeros que podía tener a su cargo un señor dependía de su capacidad económica para mantenerlos. En sus feudos, los señores actuaban como reyes: cobraban multas, así como impuestos por el uso de los molinos, los hornos y otras instalaciones e instrumentos, o por el paso a través de su territorio. Tenían sus propios tribunales de justicia y podían acuñar moneda.
- Entre los campesinos y los señores: Los señores se comprometían a proteger a los campesinos en épocas de conflicto a cambio de que éstos trabajaran sus tierras y pagaran impuestos.
La economía feudal se organizaba en torno a las grandes propiedades rurales (feudos), que se autoabastecían; esto significa que todo lo que se consumía en el feudo se producía dentro de él: alimentos, vestidos, instrumentos de trabajo, etc.
Las labores agrícolas eran las actividades más extendidas. En cada propiedad se cultivaba gran variedad de productos, aunque los más extendidos fueron los cereales y las legumbres. Las técnicas agrícolas eran antiguas y los rendimientos, muy bajos: las tierras solían abonarse con los excrementos del ganado y se practicaba, sobre todo, el barbecho, que consistía en dejar la tierra en descanso (sin cultivar) durante un tiempo para que no se agotara.
Los animales que más abundaban eran, según las zonas, los bueyes (para tirar de carretas y arados), las ovejas, las cabras, los cerdos, las aves de corral y los caballos (necesarios para la guerra).
4. La sociedad feudal
La población se repartían en tres estamentos o grupos cerrados (las personas no podían cambiar de estamento, salvo que se incorporaran a la Iglesia). Cada estamento tenía unas funciones claramente delimitadas:
- Los que trabajan: A este grupo pertenecían los siervos, que tenían un nivel de vida realmente miserable, debían obediencia al señor y no podían abandonar el feudo, y los campesinos libres que habían buscado protección en las tierras del señor. Ambos se dedicaban a labores agrícola.
- Los que luchan: Eran los nobles propietarios de feudos, aunque también había caballeros sin tierras que sólo poseían sus armas y su caballo. Gozaban de ciertos privilegios, como el de no pagar impuestos, y se dedicaban profesionalmente a la guerra.
- Los que rezan: Este estamento estaba integrado por el clero, y en él podía entrar cualquier persona libre. Sus miembros dedicaban su vida al servicio de Dios y la Iglesia. Al igual que el resto de la sociedad, el clero estaba rígidamente jerarquizado: los altos cargos de la Iglesia se concedían siempre a miembros de la nobleza, mientras que el bajo clero procedía del campesinado. Este grupo recibía la décima parte de las ganancias de los campesinos (diezmos).
Los esclavos en la época feudal apenas representaban una décima parte de la población rural. Su condición seguía manteniéndolos atados a un propietario, quien los castigaba a su antojo y conservaba un derecho superior sobre cuanto poseían.
Pero en el marco de la gran propiedad rural, la condición de los esclavos mejoró, ya que muchos consiguieron asentarse como colonos. En cambio, empeoró la de los campesinos libres, que se vieron obligados por necesidad a buscar protección en las grandes propiedades, con lo que su libertad quedó muy limitada.