El crecimiento de la población de los siglos anteriores se detuvo bruscamente en el siglo XIV. La frecuencia de malas cosechas, con la consiguiente secuela del hambre, los efectos devastadores de las guerras civiles, y especialmente la difusión de epidemias, la más famosa de todas, la Peste Negra, de mediados del siglo XIV, causaron una elevada mortandad. El descenso de población originado por la peste está bastante bien documentado en algunas regiones (Cataluña, Mallorca, Navarra), pero puede afirmarse que fue general. Muchos lugares quedaron despoblados, aunque no puede olvidarse que en estos siglos se fundaron algunas nuevas ciudades (por ejemplo, Bilbao, en el año 1300). A lo largo del siglo XV algunas regiones experimentan una recuperación demográfica, por ejemplo Navarra y el reino de Castilla. No sucedió lo mismo en Cataluña, que tenía en 1350 unos 500.000 habitantes y, en cambio, a fines del siglo XV no llegaba a los 300.000.
2. El reino castellano-leonés: el papel determinante de la lana
En el reino castellano-leonés la ganadería ovina, y su principal producto, la lana, fue el auténtico eje de la economía en los siglos XIV y XV. Mientras la agricultura, a pesar de que hubo algunos progresos en el siglo XV, prácticamente se mantuvo estancada, la ganadería lanar conoció un auge insospechado, apoyada en la poderosa Mesta. El número de cabezas de ganado se duplicó entre 1300 y 1450.
Las actividades artesanales nunca tuvieron demasiada importancia en el reino de Castilla. Había industrias dignas de interés, como los cueros, los jabones o la cera. También fue importante la expansión de la industria textil, aunque los telares (eran famosos los de Zamora, Palencia, Cuenca, Toledo, Córdoba, etc.) sólo absorbían una mínima parte de la producción castellana de lana.
El "comercio naval castellano" adquirió en esta época un fabuloso desarrollo, gracias en primer lugar a la exportación de lana. En el interior del reino de Castilla se potenció el eje Medina del Campo - Burgos - Costa Vasca. Medina del Campo tenía unas célebres ferias, mercado de lana y de capitales. Burgos, núcleo de concentración lanera, tuvo un crecimiento impresionante en el siglo XV, contando desde 1443 con una universidad de mercaderes. Los puertos orientales del Cantábrico eran el lugar de salida de la lana, la miel, el hierro... La lana se exportaba hacia la costa occidental de Francia y de Flandes. En relación con esta actividad mercantil surgieron colonias de castellanos y de vascos en diversas ciudades francesas y flamencas (Brujas, Rouen, Nantes).
En el sur de la península se desarrolló otro importante foco de actividad comercial en torno a Sevilla, controlado por las colonias de genoveses que se habían asentado en la zona. Estaba orientado hacia el norte de África, de donde venían oro y esclavos, exportando a cambio lanas, cueros y aceite.
3. La Corona de Aragón: el comercio catalán
El comercio catalán fue la actividad económica más pujante de la Corona de Aragón en los siglos XIV y XV, pero no hay que olvidar que la mayoría de la población seguía viviendo en el campo, incluso en Cataluña en donde se calcula en un 70% la población rural.
La producción agrícola era muy variada, predominando los cereales, la vid, el azafrán y el lino. Muy feraces eran las tierras de la huerta levantina, con sus regadíos, en donde se cultivaba el arroz y una gran variedad de frutos. En cuanto a las actividades artesanales destacaba la industria textil. La fabricación de paños de lana tuvo un auge extraordinario a partir del año 1300. Esta industria, muy dispersa por todo el territorio catalán, fabricaba básicamente para la exportación. Otras industrias destacadas eran las del vidrio, el jabón y la platería en Cataluña y la cerámica, los curtidos y el papel en Valencia.
El comercio catalán fue muy intenso, desarrollándose tanto con los restantes reinos hispánicos como con el Occidente de Europa. Pero su principal campo de actividad fue el Mediterráneo: sur de Francia, Cerdeña, Italia (particularmente el sur y Sicilia), el norte de África, Bizancio, Egipto y Siria. Los catalanes importaban alumbre, pastel, especias, trigo (de Sicilia), goma arábiga, algodón, etc., y exportaban fundamentalmente paños, pero también coral, cueros, azafrán, etc. El comercio tenía unas excelentes bases técnicas: desarrollo de la construcción de navíos (atarazanas de Barcelona), lonjas, Consulado del Mar, seguros marítimos, constitución de compañías, etc. Pero desde fines del siglo XIV el comercio catalán entró en declive. Muchos decidieron invertir en lugares más seguros que los arriesgados viajes mercantiles. Así nació, en 1401, en Barcelona, un banco público de tipo municipal, el "Taula de canvi". No obstante, mientras Cataluña declinaba crecía la prosperidad de Valencia.
Atarazanas Reales de Barcelona, en la actualidad |