domingo, 11 de enero de 2015

El Principio de la Actividad

En 1921 se constituye en Francia la Liga Internacional de la Educación Nueva, que propone el principio de actividad: La Escuela Nueva se apoya en la actividad personal del niño. En España, la Ley General de Educación de 1970 promovió un método de enseñanza activo.

1. Educación Nueva y Educación Tradicional
Frente al cultivo de la memoria, se subraya en la educación nueva el trabajo reflexivo, el cultivo de la inteligencia. Mientras que antes la única figura activa era la del profesor, que se agotaba frente a la desesperante pasividad de los alumnos, hoy se insiste en que lo importante es lo que haga el alumno. Frente a la cultura verbal, libresca, presentamos hoy una enseñanza basada en la plena actividad del educando. Lo decisivo no es la enseñanza del profesor, sino el aprendizaje del alumno. El alumno es ante todo mirado como centro de iniciativas. Más que configurar la personalidad naciente, como si se tratase de dar forma a una materia indiferente, lo fundamental ahora es permitir el despliegue espontáneo de fuerzas, estimular las energías dormidas, facilitar la plenitud activa.
La disciplina ya no será extrínseca, coactiva. El mejor alumno ya no será el mudo, inmóvil, que sólo actúa a impulsos de órdenes ajenas. En la educación nueva se quiere que la vida brote y se le dé cauce y meta.



2. Delimitación del término "Actividad"
Para William James, acción significa lenguaje y estilo, simpatía o antipatía, y hasta nuestras reacciones emotivas ante los hechos. John Dewey da un acento más corporal a la acción, más eficientista, y habla de manualidades, talleres prácticos, artísticos, dramáticos. Para Claparède, debemos sustituir el término activo por funcional, entendiendo por tal la actividad basada en una necesidad. Toda lección debe ser una respuesta a una situación real. Cuando efectivamente lo es, aunque el alumno sólo esté escuchando, está activo.
A nosotros nos importa que la actividad tenga un acento formativo para la personalidad (trabajar en una fábrica de producción en cadena, en una tarea rutinaria, por muy activo que sea, tiene muy poco valor formativo). La actividad que nos interesa es la de la inteligencia o la voluntad, en primer lugar, y de todas las energías corporales dependientes de las propias decisiones personales del alumno.
La actividad que nos interesa tiene pues los siguientes requisitos:
1. Es una actividad dirigida en primer lugar al desarrollo intelectual del hombre. Lo biológico nos interesa en función de lo psíquico.
2. Es una actividad voluntaria. Es educativo lo adquirido por un esfuerzo voluntario, intencionado.
3. Se trata de actos claramente perfectivos del sujeto. El papel del educador consiste en potenciar las energías que presentan un claro acento valioso, dejando sin oportunidad de despliegue a las que tienen un carácter negativo. Nos interesan pues los actos de valor positivo.
4. En la pedagogía activa se atiende especialmente a los actos que estén más de acuerdo con los valores profundos del sujeto.
5. Todo lo que implique represión o impida la actualización de potencias positivas del sujeto no interesa a la pedagogía activa.
6. Los actos verdaderamente formativos son aquellos que comprometen toda la personalidad.

3. Pensadores y reformadores del activismo

 La corriente pragmática 
El pragmatismo es un pensamiento típicamente americano. Se ha dicho que es la filosofía de la técnica. El hombre transformador de lo real, fabricante (homo-faber vs. homo-sapiens), es el motivo de la filosofía. La verdad está en función de la acción, depende de ella. Verdad es igual a utilidad.
  • William James (1842-1910): Lo típico de la vida psíquica, para James, es la apertura al futuro, anhelar fines y calcular medios para alcanzarlos. Lo característico del hombre es que se mueve en vista de algo. Lo que importa es la preparación para la experiencia futura. El porvenir ha de ser sembrado con la acción. La función primordial del pensamiento no es contemplar la verdad, sino servir a la acción. Lo importante es la decisión de comprometerse en una vía creadora, tomar partido entre las varias posibilidades, engendrar el futuro más que esperarlo.
  • John Dewey (1859-1952): Reformador teórico-práctico de la educación americana. Situado en la línea pragmática, concibe la lógica como una teoría de la investigación. El pensamiento se enfrenta con una realidad confusa y caótica, no con un mundo racional y acabado. Nuestra tarea es la de aclarar ese mundo, ordenarlo y utilizarlo. La investigación no es más que la transformación controlada de una situación indeterminada. A la vista de los hechos surge la previsión de lo que puede suceder o de lo que podemos hacer con ellos. Brota una hipótesis explicativa y más aún anticipadora de lo que puede suceder o queremos que suceda. La investigación que dirige, prepara y orienta la acción es incesante, porque cada conclusión plantea nuevos problemas.
 Giovanni Gentile (1875-1944) 
Afirma que la única realidad es la del pensamiento. El pensamiento es acto.

 José Ortega y Gasset (1883-1955) 
Para Ortega, la cultura tiene la función primordial de ser utensilio para una vida mejor. El ser de las cosas tiene que ser construido por el hombre. El hombre, como la realidad, es un ente móvil. No debe aceptarse nada como hecho, sino como fluyendo, haciéndose, deshaciéndose y rehaciéndose.

 Georg Kerschensteiner (1854-1932) 
Es el creador de la escuela del trabajo. Su punto de partida es que en la escuela se aprende haciendo. Se le reprochó que reducía la actividad a trabajos manuales, pero también quiso dar un sentido activo a todas las materias, incluso a las literarias. Define su movimiento como una escuela donde se aprende por propia experiencia, tanto manual como intelectual. Protesta contra una escuela que, para reaccionar contra la tradición libresca, se limita a incluir en el curriculum trabajos manuales.
La escuela de trabajo tampoco puede limitarse a una autoactividad general que despliegue de un modo indeterminado las energías del sujeto. Lo importante es acondicionar los trabajos a las variadas exigencias de cada uno. No se trata de hacerlo todo, sino lo que reclama la naturaleza de cada cual. No pretende en su escuela cultivar un oficio manual o espiritual. El objetivo es la educación humana general, y exige como método aquellas actividades para las que el alumno se siente especialmente dispuesto. Hay que realizar un trabajo en profundidad, que comprometa al sujeto, que despliegue las energías físicas y mentales.
Y este trabajo tiene un valor social, porque se realiza en comunidad. El educador debe convencerse de que no es él quien forma al alumno. Cada cual se forma a sí mismo. La escuela se esforzará en dar una preparación general, que fundamente la profesión futura, pero mucho más debe proponerse la forja del carácter y ello para contribuir a configurar el perfecto ciudadano. No hay modo de separar en su pensamiento la educación preprofesional, la educación del carácter y la educación cívica, tres vertientes de su modo de entender la educación activa.

 Adolphe Ferrière (1879-1963) 
Por escuela activa entiende la puesta en marcha de las fuerzas espirituales. Si el niño es uno en su esencia y múltiple en sus actividades, para poner en marcha todas sus fuerzas interiores hay que dar las oportunidades más variadas, mas siempre con un acento unitario. La educación ha de poner en juego las energías constructivas del sujeto. La tarea primordial de la escuela activa consiste en que el niño pueda centrarse, es decir, que las actividades programadas le consideren como un todo profundamente unitario.
Para desplegar esas fuerzas se ha pensado que es interesante la educación de la mano, no sólo del cerebro. Los trabajos manuales tienen una función múltiple, pero por supuesto, no se trata del aprendizaje prematuro de una profesión en la escuela primaria. Lo importante es que tal actividad tenga un carácter general, y esto se logra mediante tareas variadas que a lo sumo pueden llamarse de preaprendizaje, y que son fundamentalmente de orientación vocacional. Pero más importante aún que el trabajo manual en la escuela activa es el arte creador. El cultivo de la originalidad y la espontaneidad tiene un campo propicio para canalizar las energías y dejar espacio a la creatividad infantil.
Edouard Claparède

 Edouard Claparède (1873-1940) 
Claparède defiende el principio de la funcionalidad y aun se atribuye la creación de la idea. La escuela, para ser funcional, se parecerá más a un laboratorio que a una clase tradicional. Claparède contrapone polémicamente su educación funcional a una actividad entendida superficialmente, porque la palabra actividad ha dado lugar a peligrosos malentendidos. Se piensa que sólo cuando el aprendizaje se materializa en una obra hay actividad. Claparède establece que educación funcional es la que se basa en una profunda necesidad. La necesidad es la que convierte un acto en funcional, pues nos impulsa a una acción personal. Actuar sin necesidad alguna es sencillamente antinatural.