domingo, 13 de mayo de 2012

Economía y sociedad de la España romana

El establecimiento del dominio político de Roma en Hispania trajo como consecuencia la implantación de las formas económicas y sociales romanas, que se impusieron netamente sobre las propias de los indígenas. No obstante a lo largo de todo el período de dominio romano hubo importantes modificaciones. La crisis iniciada en el siglo III d.C., que precipitó la desintegración del mundo romano y la aparición de nuevas formas de organización social, tuvo también su manifestación en la península Ibérica.


1. Economía de la España romana
Hispania era, en el conjunto del mundo romano, esencialmente un país proveedor de materias primas, que en su mayor parte eran exportadas hacia Italia. La Península tenía abundantes fuentes de riqueza. En cuanto a los productos agrícolas destacaban los cereales (el trigo, importante en la Bética, aunque apenas conocido en la Meseta; la cebada, famosa en la zona de Cartagena), el olivo (básico en la Bética, región exportadora, pero también en el valle del Ebro y en general en toda la zona al sur del Guadarrama), la vid (Bética y Tarraconense), el lino (cultivado en la costa mediterránea y en el noroeste), el esparto (sureste), las bellotas, etc. Por lo que respecta a la ganadería había ovejas en la cuenca del Duero, ovejas y vacas en el valle del Guadalquivir y caballos en la Meseta y Lusitania. Del bosque se sacaba la cochinilla, esencial para el teñido de los paños.
La explotación minera tenía para Roma una importancia primordial. Se obtenía en la Península: oro (en Sierra Morena, pero sobre todo en el noroeste), plata (Cartagena), cobre (Río Tinto), plomo (Cartagena), estaño (noroeste) y cinabrio (Almadén). También suministró Hispania numerosos esclavos, especialmente a través de las guerras de conquista.


La producción de objetos manufacturados no jugó un papel muy destacado en la España romana. No obstante cabe recordar la fabricación de tejidos de lana en Levante y de armas de hierro en el Ebro y en Toledo. El comercio se basaba en la moneda (el denario de plata). El vino y el aceite se dirigían hacia el interior y el norte. Las exportaciones eran de productos agrícolas y de metales, y las importaciones de productos de lujo, para las clases dominantes, y objetos manufacturados. Roma realizó en Hispania un importante trabajo en los caminos, abriendo nuevas vías y erigiendo por doquier puentes. Así, Hispania llegó a contar con un amplio cinturón de vías, de gran importancia comercial y militar. Recordemos la vía Augusta, que recorría toda la costa mediterránea, o la de la Plata, que unía Asturica Augusta (Astorga) con Extremadura y el suroeste de Andalucía.
La economía romana tenía como rasgos básicos el papel decisivo de las ciudades y la utilización en gran escala del trabajo de los esclavos, tanto en los latifundios como en las minas. Pero a partir del siglo III d.C., las ciudades entraron en decadencia. Paralelamente retrocedía la importancia de los esclavos, que eran sustituidos por colonos. El comercio decrecía y la moneda era cada día menos utilizada. Prácticamente, todo se encaminaba hacia una economía de tipo natural.


2. La sociedad hispanorromana
Desde el punto de vista jurídico, en la sociedad hispanorromana había dos grandes grupos: los libres y los esclavos. Dentro de los libres había enormes diferencias de unos sectores a otros. En cabeza se encontraba el orden senatorial. Los hispanos que pertenecían a este sector, originarios del sur y del noreste, estaban preocupados ante todo de sus relaciones con Roma. A continuación se hallaba el orden ecuestre o de los caballeros, al cual accedieron en ocasiones miembros de las aristocracias indígenas. Los decuriones, sector integrado por descendientes de los colonos romanos o por las aristocracias de los pueblos prerromanos, eran las oligarquías municipales. En cuanto a la plebe, el sector más numeroso de los libres, podía ser urbana (en su mayoría artesanos, agrupados en "collegia") o rústica. Un grupo intermedio entre los libres y los esclavos era el de los libertos, antiguos esclavos a los que se había dado la libertad.
Durante el Alto Imperio, dejando aparte a los escasos miembros del orden senatorial, apenas interesados por las cuestiones locales, los grupos sociales dominantes en tierras hispánicas habían sido los caballeros y los decuriones. Había abundantes libres, pero sobre todo numerosos esclavos. Pero en el Bajo Imperio, la crisis de las ciudades supuso el declive de los decuriones. Hubo también una disminución del número de esclavos, cuyas condiciones de vida, por otra parte, se asemejaban cada día más a las de los libres pobres. La estratificación social se acentuó, estableciéndose una diferencia muy acusada entre los honestiores, básicamente los grandes propietarios, y los humiliores, la plebe. Esta situación creó las condiciones propicias para la aparición de revueltas campesinas, protagonizadas por esclavos y colonos (los bagaudas, por ejemplo) y que aceleraron la descomposición del mundo romano.