miércoles, 20 de mayo de 2015

Cultura y arte en la España musulmana, siglos XI-XIII

El período de los reinos de taifas y de dominio almorávide y almohade, de marcado declive político para Al-Andalus, fue sin embargo de un extraordinario esplendor cultural. A partir del siglo XI, Al-Andalus había creado una cultura propia, que difundió en muchos de sus aspectos al orbe cristiano. A diferencia de lo ocurrido en siglos anteriores, las manifestaciones culturales y artísticas de esta época brotaron en numerosas ciudades de la España musulmana, habiéndose perdido el centralismo cordobés. En esta afloración cultural, aunque obra esencialmente de musulmanes, colaboraron también algunos judíos, que trabajaban en las cortes de los reyes de taifas.

1. La cultura musulmana
Después de la desintegración del Califato, el Islam peninsular dio sus mejores frutos, tanto en el campo de la creación literaria como en el del pensamiento filosófico y en el de los conocimientos científicos. La época más brillante fue sin duda la de los reinos de taifas, pues los distintos reyezuelos rivalizaban en el mecenazgo a los artistas y hombres de letras.
Desde el punto de vista literario, la obra más conocida es El Collar de la Paloma de Ibn Hazm, en el cual se habla del amor concebido en sentido neoplatónico. La corte de los taifas sevillanos fue el indiscutible centro poético de su éspoca, especialmente en tiempos del rey Mutamid, quien demostró sobradamente sus dotes literarias. También alcanzó un notable auge la poesía popular, cuyo principal cultivador fue Ibn Quzman, personaje del siglo XII. Por lo que respecta a la producción historiográfica, uno de los nombres claves es Ibn Hayyam y una obra de excepcional valor es Ajbar Machmua, colección de tradiciones. El-Edrisi, viajero y geógrafo, nos ha legado excelentes descripciones de tierras y paisajes.
En el terreno filosófico, la España musulmana alcanzó cotas muy altas en los siglos XI-XII, gracias a tres figuras excepcionales, Avempace, Ibn Tufayl y Averroes. Avempace, hombre de formación enciclopédica, intenta, dada su gran preocupación ética, conseguir la perfección y la pureza. Ibn Tufayl, que trabajó en tiempo de los almohades, es autor de una obra muy conocida, El filósofo autodidacta, en la que reclama para los filósofos el papel de guías en la sociedad, al estilo de lo señalado por Platón en su República. No obstante, el pensador musulmán que más influencia ejerció, tanto en el ámbito musulmán como en el cristiano, fue Averroes. Extraordinario conocedor de Aristóteles, Averroes sostenía que la razón era un instrumento válido para explicar la revelación; pero en caso de conflicto entre la fe y la razón la respuesta se hallaba en la teoría de la "doble verdad", la de la ciencia y la de la revelación.
Los hispano-musulmanes jugaron un papel fundamental en la transmisión de la ciencia griega y oriental en la Cristiandad. En Al-Andalus alcanzaron un desarrollo de primera magnitud ciencias como la astronomía, la medicina, la botánica y la farmacopea. En el campo de la astronomía la figura básica es Azarquiel, sin olvidar al judío Abraham ibn Ezra. En la práctica de la medicina alcanzó gran fama la familia de los Avenzoar. El judío Maimónides, filósofo y médico, escribió el libro de farmacología más importante de la época. A Ibn al-Baytar debemos un espléndido tratado sobre las plantas.

2. El arte musulmán: taifas e invasiones africanas
El arte de la época de los taifas se caracteriza por el empleo de materiales pobres, el ladrillo y la mampostería, así como el yeso, que sirve para cubrir las estructuras. Ello es consecuencia de la situación económica de los reyes taifas, que en modo alguno tenían la prosperidad de los emires y califas cordobeses. En cambio, la fantasía ornamental alcanza límites insospechados, siendo un magnífico exponente de las ilusiones de los reyes musulmanes, que pretenden emular glorias pasadas y dejar constancia de su independencia. Los arcos se complican, apareciendo el mixtilíneo, sin duda el más representativo de la época. La obra fundamental del período de los taifas es la Aljafería, palacio de los reyes de Zaragoza, de la cual se conservan unos pocos restos, restaurados y bien conservados en la actualidad.

Aljafería de Zaragoza
La invasión almorávide, con su secuela de puritanismo y de rigidez, significó una paralización de los actividades de los taifas y una crítica radical de su barroquismo decorativo. No obstante, con los almohades resurgió en Al-Andalus la fiebre constructiva, aunque con algunas características propias. Los almohades utilizan el ladrillo como material básico, el pilar como soporte, el arco de herradura apuntado, el arco lobulado sólo con fines decorativos (al cruzarse forman la red de rombos, de deslumbrante efecto estético) y la bóveda de nervios.
Las principales obras de esta época se encuentran en Sevilla. Allí erigieron los almohades una espléndida mezquita, cuyo minarete es la célebre Giralda. En Sevilla se encuentra también la Torre del Oro.

El minarete de la mezquita sevillana, conocido como La Giralda, es un claro índice del auge de la ciudad en los siglos XI-XIII