domingo, 3 de febrero de 2019

La comida en el mundo clásico

1. El olivo y la vid
La tierra en Grecia era pobre. Una tercera parte de su suelo no servía para el cultivo. Sin embargo, tenía abundancia de viñas y olivos. A Pisístrato y a Solón debe Grecia la implantación del olivo. Éste tarda dieciséis años en dar fruto y cuarenta en alcanzar su punto de perfección. Sin la ayuda de Pisístrato no habría sido posible obtener fruto del olivo en un suelo como el de Ática.
Los griegos extraían de la aceituna un producto esencial para su vida diaria: el aceite de oliva, que utilizaban para comer, untar el cuerpo y alumbrar. Tal era la producción de aceite en Grecia, que, con su exportación, podía pagar todo el grano que importaba.
Otra de las enormes fuentes de alimentación en Grecia fueron los higos. Atenas prohibió la exportación, porque eran la base su alimentación diaria. Cereales, aceite de oliva, higos, uva y vino: he aquí la dieta de los griegos. Ni la carne, consumida muy de vez en cuando, ni el pescado pudieron competir jamás con esta dieta mediterránea, extraída de la tierra. A todo ello hay que añadir el pan, el queso, la miel, los frutos secos, las legumbres y el ajo. Fruta, muy poca (no conocían las naranjas ni los limones).
Roma adoptó la dieta griega, y la completó con otros muchos productos: importó toda clase de frutas (melocotones de Persia, albaricoques de Armenia, cerezas de Asia, uvas de Siria, ciruelas de Damasco, nueces de Grecia, aceitunas e higos de África), vino en abundancia (del que se producían más de cincuenta clases diferentes y se exportaba a Germania y a la Galia), carne (preferentemente de cerdo, que solía cocerse con higos y sazonarse con miel y muchas hierbas).
La comida roma se caracterizaba por el uso de abundantes hierbas y especias, que conocemos y utilizamos igualmente hoy en nuestra cocina: orégano, pimienta, hierbabuena, hinojo, ruda, perejil, etc. El azúcar no existía, y en su lugar utilizaban miel, que empleaban para guisar todo tipo de carne. Su finalidad era contrarrestar la grasa de la res.
En lugar de sal, utilizaban el garum, un condimento pastoso de sabor fuerte, obtenido a partir del pescado, generalmente arenques, puestos en salazón y aplastados con grandes piedras. Por cierto, en la actual cocina vietnamita se utiliza un condimento elaborado de forma similar al garum, y que se llama naocmin.

Museo Nacional de Arte Romano de Mérida: Las ánforas eran empleadas para el transporte y conservación de mercancías, pues tanto servían para contener aceite y vino como para almacenar grano.
2. La cena
El desayuno y el almuerzo eran ligeros; en el desayuno siempre había pan, miel y queso. En el almuerzo, cereales, verdura y fruta. La carne y el pescado lo reservaban para la cena. El vino, casi siempre diluido, jamás faltaba en las comidas. La comida más importante para los romanos era la cena. Una cena con invitados constaba de tres partes:
  • El Gustatio, o aperitivo, que se iniciaba con huevos duros y se terminaba con fruta. De ahí la expresión ab ovo usque ad mala (literalmente, "desde el huevo hasta las manzanas" -mala en latín son "manzanas"-, y viene a emplearse con el significado "de principio a fin"). En el aperitivo, además, solía haber col, nabos, alcachofas, trufas, champiñones, ostras crudas o cocidas en vinagre, pescado salado, etc., y bebían mulsum, vino disuelto con miel.
  • La Prima mensa, o primer plato, era propiamente la cena. Se componía de una enorme variedad de productos.
  • La Secunda mensa equivalía a nuestro postre. Se servían frutas y dulces, casi siempre con miel, para terminar con dátiles, higos, uvas pasas y vino dulce.
Los invitados llegaban con bastante anticipación a la casa. Conforme iban entrando, los esclavos les recogían la toga y los zapatos, y se les ofrecía un baño caliente y perfumado, o, si lo preferían, los esclavos les lavaban los pies, se los perfumaban y los calzaban con unas ligeras sandalias.
Cada cual traía consigo su servilleta para secarse las manos y envolver con ellas porciones de comida para sus parientes o amigos o para sí mismos y que consumían en días sucesivos.
Tenían platos hondos para los manjares líquidos, que tomaban con cuchara. En cambio, los romanos no conocían el tenedor, por lo que cogían los alimentos con los dedos. Así como hoy las reglas de urbanidad nos enseñan a utilizar correctamente los cubiertos, para los romanos era señal de distinción utilizar con finura las puntas de los dedos sen llenarse las manos de grasa.
Como las bebidas se tomaban calientes, era necesario tener utensilios para conservar el vino y el agua a cierta temperatura. Estos líquidos se mezclaban en las cráteras, si bien antes era preciso colar el vino, ya que se conservaba en tinajas o ánforas embardurnadas con pez o con hollín de mirra, que lo ensuciaban.
Invitar a una cena en casa era, para muchos romanos, buena ocasión para mostrar la riqueza y el lujo. A lo largo de la historia de Roma se redactaron leyes para controlar el gasto y el lujo en la comida.