sábado, 20 de mayo de 2017

Teoría y teorías de la educación

En el seno de la frondosa bibliografía pedagógica, es frecuente hallar obras dedicadas a la teoría de la educación, como también lo es encontrar títulos que si bien en apariciencia no están dedicados al tratamiento de esta temática, su lectura nos adentra en cuestiones que responden a lo que podríamos presentar como problemas propios de la teoría de la educación.
Sin querer recurrir al fácil argumento de que el término "teoría" posee un alto grado de imprecisión semántica, sí es cierto que cuando es aplicado al ámbito pedagógico, no siempre se hace con el rigor que epistemológicamente sería de desear. No es difícil, por ejemplo, patentizar cierta confusión entre los contenidos y planteamientos propios de la filosofía de la educación y los de la teoría de la educación; como frecuente es, asimismo, encontrar un alto nivel de interferencia entre los contenidos de la historia de la educación y los de nuestra disciplina, no quedando siempre bien delimitado si el tratamiento que se hace es de índole histórica o de carácter teórico.
Esa cierta falta de definición en los límites de la teoría de la educación se debe en parte a que, junto a sus contenidos específicos, hoy nos encontramos además con la existencia de múltiples y variadas "teoría educativas" o "teoría de la educación". Éstas intentan explicar razonadamente cómo debe llevarse a cabo la acción educativa, son normativas y se configuran a través de un conjunto de principios operativos tras los cuales se esconde todo un cuerpo doctrinal-teórico de lo que es el hombre, la educación, sus posibilidades, sus límites, etc. En suma, se hallan respaldadas por una concepción del mundo, de la vida y del hombre, lo que nos permite referirnos a la teoría naturalista, idealista, socialista, personalista, etc.
La pretensión de estas "teorías de la educación" no es expresarse en términos de ley, pues tienen más de normativo que de explicativo. Cierto que se apoyan y amparan en la teoría científica, en aportaciones de la biología, psicología o sociología, por ejemplo; pero su configuración está lejos todavía del rigor de la ley científica, lo que nos situa frente a problemas de características altamente opinables y por tanto con una alta carga de creencia personal. De ahí la gran confusión, la variedad de "teorías de la educación" que encontramos y, consecuentemente, la conveniencia de establecer, aunque sólo sea a nivel metodológico, una clasificación o taxonomía en función de sus principios y fines pedagógicos.

1. Clases o tipos de teorías educativas 
La amplia gama de teorías educativas, lejos de ser un fenómeno restrictivo del posible valor científico de la teoría de la educación, es síntoma de que ésta afronta lo más esencial, lo más problemático del hecho educativo.
Una de las temáticas propias de esta disciplina es el estudio de los fines educativos, cuestión central, por otro lado, de toda teoría educativa. Central porque su planteamiento y resolución ha dado lugar, en gran medida, a las diferentes posturas educativas que a lo largo de la historia de la educación encontramos.
El análisis de los fines educativos es susceptible de un doble enfoque: a un nivel universal y a un nivel de la realidad. Cuando se plantean los fines en su aspecto universal, parece obvio que la teoría de la educación no puede ir más allá de apuntar unas finalidades mínimas -radicales, las llaman algunos autores-, derivadas de la propia esencia de la educación, de lo que la educación tiene, fenomenológicamente, de universal, es decir, educar para la libertad y para el futuro, capacitar para la perfección personal y la transformación optimizante de la sociedad... Pero al margen de estas finalidades universales, los fines se cuestionan también desde la realidad de una sociedad y de un tiempo concretos. En este caso la axiología propone unos valores universales en su planteamiento, pero que en cada sociedad y tiempo toman perspectivas propias a fin de adaptarse al contexto sociocultural. Es por ello que libertad, proyección, perfección personal y transformación social pueden tomar, como fines educativos, formas muy variadas e incluso contrapuestas. Añadamos además la ética como fundamento de la práctica pedagógica, la filosofía política con sus implicaciones de poder y autoridad, además de los continuos avances científicos en disciplinas tan cercanas a lo pedagógico como pueden ser la psicología o la misma sociología, y no resultará difícil comprender cómo incide la teleología en el advenimiento de las múltiples teorías educacionales.
Toda clasificación supone disponer en cierto orden una serie de elementos o distribuir un conjunto de objetos de pensamiento en clases o categorías sistemáticamente ordenadas y jerarquizadas. En este sentido, el intento de clasificación de las teorías educativas no es tarea fácil, pues según sea el criterio adoptado podremos alcanzar muy diversas e incluso, en algunos casos, aparentemente contradictorias clasificaciones. Ahora bien, teniendo que optar por un criterio u otro, coincidimos con la postura adoptada por Daniel John O'Connor (Introducción a la filosofía de la educación), al afirmar que cuando leemos un texto sobre teorías educacionales o una historia de la educación, es posible encontrar tres tipos o clases de teorías: teorías metafísicas, teorías axiológicas y teorías empíricas. Sin embargo, el carácter metafísico, axiológico o empírico de una teoría no implica que sea excluyente; antes al contrario, es frecuente encontrar los tres tipos de postulados entremezclados, fusionados incluso, en una misma teoría de la educación. Si queremos establecer la clasificación exacta, lógica, de una teoría educativa, es preciso realizar una lectura profunda de sus principios, así como un estudio contextual exhaustivo de cada uno de sus elementos. De no hacerlo así, se corre el riesgo de caer en clasificaciones que, lejos de orientarnos, nos conduzcan a la confusión y a la duda.
Las teorías metafísicas de la educación son muy abundantes, especialmente en el seno del pensamiento clásico y entre los autores cristianos.  Por su necesaria carga filosófica, estas teorías fueron sustentadas mayoritariamente por filósofos preocupados por los problemas pedagógicos. Platón, Aristóteles, Kant, Rousseau, Gentile, Mounier, son, entre muchos, buen ejemplo de ello. Podemos afirmar que ninguna teoría educativa debe prescindier de cierta carga metafísica, aunque sólo sea en lo que de ideal tiene el concepto de educación.
Algo similar sucede con las teorías axiológicas, con los valores más o menos implícitos en toda teoría educativa. Estos valores, principalmente inmateriales y morales, tan íntimamente emparentados con el ideal, se hallan insertos en forma de juicios de valor en cualquier sistema pedagógico. Es cierto que no siempre se presentan con claridad absoluta, y que a menudo podemos vislumbrarlos agazapados tras otros principios, pero no se puede concebir una teoría de la educación sin su correspondiente carga axiológica. Corresponde al teórico de la educación escudriñar y poner de manifiesto qué valores son lo que orientan una teoría y establecer una sensata crítica de los mismos. Queramos o no, es imposible renunciar a lo que de esencial tiene la educación, a lo axiológico. De hacerlo, renunciaríamos a la justificación de la propia práctica pedagógica, lo cual sería tanto como negar la misma educación.
El tercer tipo, las teorías empíricas, está formado por aquellas cuyos componentes son factibles de una comprobación, son observables e incluso evaluables. Cierto es que no todas las teorías empíricas lo son en el mismo grado de cientificidad, dado que es frecuente hallar teorías que reciben esta adjetivación aun antes del advenimiento de la psicología y la pedagogía como ciencias experimentales. Incluimos en este apartado tanto aquellas teorías que basaban su doctrina en la práctica, en la observación lógica y sensata de la práctica psicopedagógica, como las que, con posterioridad al advenimiento de la psicología y la pedagogía como ciencias experimentales, se han asentado en el rigor del experimento científico.
El hecho de que muchas de las teorías educativas actuales pretendan fundamentarse -o prestigiarse- con el empirismo de la experimentación, no debe inducirnos a pensar que es posible llegar a establecer una teoría de la educación empírico-científica en el sentido más riguroso del término. Toda teoría de la educación tendrá que recurrir, en mayor o menor grado, a lo filosófico y a lo axiológico. Es ese porcentaje de "doctrina" empírica, metafísica o axiológica lo que nos permite clasificar, en busca de claridad metodológica, desde las teorías más clásicas -idealismo, racionalismo, humanismo, naturalismo, etc.- hasta las más contemporáneas y actuales -neotomismo, realismo crítico, marxismo, reconstruccionismo, existencialismo, personalismo...


2. Esencia doctrinal de las principales teorías de la educación
Dados los límtes de un estudio como el que nos ocupa, resulta imposible esbozar siquiera los principios de las muchas y variadas teorías de la educación que han existido a lo largo de la historia del pensamiento.
La educación se relaciona siempre con un proyecto de hombre y sociedad; pero raras son las ocasiones en que se da una total coincidencia entre los autores acerca de lo que se concibe como modelo de hombre y de sociedad. Observando esto, cabe la posibilidad, no obstante, de intentar una aproximación a las principales teorías educativas con el afán de explicitar cuáles son sus principios y finalidades, constatando hasta qué punto estos modelos son distantes, complementarios o coincidentes en lo que de esencial poseen. Sólo a través de un análisis crítico de las diferentes teorías educativas, vienso sus relaciones, es posible el acceso al estudio global de la educación, la adopción de una postura educativa auténtica y evitar lo que Nassif llama "la educación, campo de tensiones".