Había tres clases de mujeres en Grecia: hetairas, palakas y ginaicas, que equivalen a las figuras de cortesana, concubina y esposa, respectivamente.
Las hetairas eran propiamente "compañeras" (ése es el significado de la palabra griega). Constituían un entretenimiento sexual para el hombre. Se preocupaban de tener una buena formación para poder así deleitar a los hombres con su conversación. Cuidaban mucho su aspecto físico y frecuentemente se teñían el pelo de rubio porque creían que ésta era la preferencia de los hombres atenienses. Vestían casi siempre ropas estampadas y llamativas.
Algunas hetairas recibieron trato muy favorable de hombres influyentes en la sociedad ateniense. Hetairas famosas fueron Aspasia, mujer muy culta que fue amante de Pericles, y Phryne, de la que se dice que fue la mujer más hermosa de Atenas. Amante del escultor Praxíteles, posó como modelo para la estatua de Afrodita con la que Praxíteles se hizo famoso. Phryne era tan rica, que se ofreció a levantar las murallas de Tebas si en ellas se inscribía su nombre, a lo cual se negaron los miembros del Areópago, escandalizados por tal atrevimiento. Pero uno de ellos la defendió delante de todos con una elocuencia invencible: abrió la túnica que ella vestía y mostró su cuerpo a la corte. Los jueces, ante tal belleza, concedieron a Phryne su deseo.
Sin embargo, también hubo hetairas especialmente conocidas por su inmoralidad. Tales fueron Clepsidra, que debe su nombre a que cambiaba de amante cada hora; Thargelia, que hacía de espía para los persas utilizando amantes atenienses; Arquenasa, que procuró diversión a Platón; Teoris, que consoló a Sófocles en su vejez; y muchas otras más.
Las palakas eran aquellas mujeres que tenían relaciones con más de un hombre, pero que convivían con uno solo durante un tiempo.
Las ginaicas eran las mujeres casadas legalmente mediante el rito llamado engue, que era una especie de compra de la mujer con intercambio de bienes.
Sarcófago del siglo IV a.C., con relieves que representan a mujeres llorando la muerte de su esposo. |
Si un hombre mataba a otro porque lo descubría en adulterio con su esposa, no era castigado, porque había matada por causa de su esposa.
2. La valoración de la mujer
La mujer en el mundo griego ocupó siembre una posición de inferioridad respecto al hombre. Las mujeres no participaban en la vida pública, no tenían responsabilidades políticas o militares, y su existencia se desarrollaba exclusivamente en el ámbito de la familia y el hogar.
Las mujeres atenienses, por ejemplo, no sabían leer; y si alguna de ellas manifestaba sus deseos de aprender, era duramente criticada. Lo mismo ocurría en el resto de Grecia.
Un escritor griego, llamado Menandro, exclamó en una ocasión:
¿Enseñarle a leer a una mujer?
¡Terrible error!
¡Es añadir veneno a una horrible serpiente!
Representación de Lisístrata, de Aristófanes |
La mujer, un buen diablo.
Así definió el poeta Hesíodo a la mujer hace más de 2000 años.